Inmovilidad recoge pensamientos que se niegan a estancarse, a quedarse maniatados, a pudrirse y atrofiarse, a quedarse inmóviles. Octavo libreto de ideas móviles.
La inmovilidad del
pensamiento
El agua estancada se pudre y huele mal, los pensamientos son
como el agua. Si alguien me pregunta porqué cambió de pensamientos con el
tiempo, porqué no me mantengo en las ideas que tenía, simplemente le respondo: por
madurez.
La putada es que, según el tema, esa madurez fruto de mi
experiencia algunos la quieren renombrar a su antojo, convirtiéndome en un
facha, en un racista, en un rojo o en lo que le salga de sus soberanas
neuronas, estancadas, podridas y que huelen mal por falta de movimiento.
Consignas,
ideologías vacías
Escuchemos a la ultra derecha, escuchemos a la ultra
izquierda, habremos perdido al menos un 90% del tiempo, porque la mayoría de
sus propuestas son consignas, frases para corear en una manifestación,
ideologías vacías. Y esto también se podría extender a algunos partidos más
moderados pero que siguen jugando a los bandos, izquierda-derecha.
Sólo la transversalidad tiene sentido hoy en día. Los grupos
que, aún partiendo de posiciones extremas, se orientan a lo real, son los únicos
que podrán desarrollar un auténtico sistema que merezca la pena. Se puede partir de una postura patriota, centrista, liberal, socialista… pero debe tenderse a una vocación transversal.
Así, franquistas, falangistas, comunistas, anarquistas y
algunos demócratas de pelaje corrupto, deberían estar fuera del espectro del poder. El
tiempo y las experiencias anteriores les invalidan.
Se me olvidaba, si escuchas a los separatistas, aquellos que
quieren volver al primitivismo secular en beneficio de sus propios intereses
económicos, habrás perdido no sólo el 100% de tu tiempo si no también la
cabeza. Su idea en sí es una consigna hueca.
Derecho a pataleta
Una de las diferencias entre una democracia y una dictadura
es que en la primera tienes derecho a pataleta. Es decir, puedes quejarte y
manifestarte para que te alivies y creas que realmente tu voz sirve para algo.
A la postre, se hace lo que le salga de los decretos a los señores mandatarios
de igual manera.
Cuanto más progre es el gobierno el derecho a pataleta es
mayor y su sensación de placebo también.
Yo llevo unos días con un regustillo amargo con estas
cuestiones, no le acabo de coger el punto. Las ecuaciones para resolver las
equis de la dictadura de lo políticamente correcto o de la democracia, me dan los
mismos resultados: decepción y apatía.
Discriminación
positiva a la carta
Tenemos todo tipo de discriminación positiva, a la carta,
que implican ventajas y derechos extras. Liberales y progresistas gustan mucho
de aplicarlas, los últimos tienen orgasmos con ellas. Por ejemplo, algunas de
las más solicitadas son:
-
Mujer, ya sólo por eso hay que dar más puntos, plazas…
pero eso sí, luego hay que hablar de “igualdad”, pero discriminando
positivamente.
-
Inmigrante ¡Pobrecicos! Prioridad, no seáis
“rassisstass”, piso, luz, agua, subvenciones…
-
Refugiados… (apliquese el punto anterior)
¡¡¡rassisstass!!! ¡¡¡rassisstass!!!
-
Practicantes de cualquier religión menos la autóctona,
si es violenta mejor, hay que darles subvenciones, locales…
-
Familias numerosas, descuentos, ventajas… si eres
soltero o no tienes hijos porque no puedes o quieres ¡te fastidias!
Lo peor que puedes ser es, en el caso de España, español,
blanco, soltero, ateo y de clase obrera porque tú eres la vaquita a la que
ordeñar para sacar dinerito para pagar todas esas discriminaciones, ¡positivas
claro!
¿Feministas? No, gracias
De verdad, ¿hay algo más fanático que una feminista? bueno,
vale, una feminista vegana. Pero al margen, estas mujeres tienen la cabeza
llenas de falos agresores, malditos machos malísimos, y van equipadas con unas
gafas de rayos-x que les permiten detectar al machismo en todos lados. Siempre
están alerta. Por que para una feminista el machismo está en todos lados,
domina todo y sólo el súper anti-patriarcado conseguirá la liberación y su derrota. Los
pelillos del sobaco son un gran síntoma de libertad si se dejan crecer, parte del kit feminirevolucionario.
Otro fanatismo a aguantar… el feminismo es una estupidez
supina que además choca frontalmente con la equidad, pero anda ves tú a
decírselo a una fanatizada, que en un minuto te ha hecho responsable de todos
los padecimientos de las mujeres desde la prehistoria hasta hoy. Ser hombre
para ellas es un pecado, es el sinónimo del diablo. La mujer es siempre una
pobre víctima.
Pues creo que viendo los roles que proyectan algunas en
televisión, deberían preguntarse si algunas mujeres no tienen responsabilidad
en el asunto. Es más, deberían reflexionar si la existencia del feminismo no es
en sí la reivindicación de una discriminación, en pos de la “igualdad”, una
paradoja total.
La asquerosa
similitud humana
No somos tan especiales, somos más comunes que diferentes,
en lo esencial. En el mundo moderno los humanos nos llenamos de diferencias,
estilos musicales, ropa, ideologías políticas, religiosas, gustos,
sexualidades… hacen un tejido, una malla de peculiaridades que parecen hacernos
únicos, y aún así amistosos teniendo esas diferencias.
Si nos viéramos despojados de esa superficialidad, en un
terreno de supervivencia, en un escenario salvaje, sólo bastarían unos pocos
días para que aflorara nuestra naturaleza más primitiva, más animal, nuestro
lado depredador o víctima, la subsistencia. Ahí veríamos pocas diferencias, no
existen tantos roles, ni la amistad.
Esta reflexión me recuerda a lo que el padre de Art
Spiegelman le dice en “Maus” a su hijo: “¿Amigos? Si os encerraran una semana
en una sala sin comida entonces sabrías lo que son ¡los amigos!”, y él lo
sabía, estuvo en Auschwitz.
La razón de la
mayoría
Resulta que esa mayoría a la que todos tildamos de estúpida
cuando nos encontramos en un extremo, es posible que esté de vuelta de esos
extremos o no le haya hecho falta siquiera ir, lo que querría decir que ha sido
más resuelta que nosotros.
Las locuras de adolescencia o juventud, y en muchos casos
hasta entrada la madurez, nos llevan a algunas personas a todo tipo de
extremismos, estéticos, religiosos, políticos… y un día, cuando realmente te
das cuenta que todo ese camino recorrido te lleva a unirte a las filas de la
masa, piensas si el tonto no eras tú de tan listo que te creías.
Pues bien, la denostada mayoría te puede dar sopas con ondas
en cuestión de razón, muchos de ellos tienen un master en zen, filosofía y
comprensión. Ya lo sé, a ti te pueden parecer tontos, pero es que quizás lo que
vemos en ellos es el reflejo de nuestra pedante “inteligencia”.
Las flores entre
la basura
A veces encuentras a alguien en un sitio del que piensas que
no le corresponde, ya puede ser una secta, una ONG (para el caso lo mismo) o un
partido político extremo (idem).
Ese alguien con un análisis tan brutal y certero, que
demuestra una inteligencia y una agilidad que no te parece propia del entorno
que le rodea. Es una flor entre la basura, y como algo inusual, suelo prestarle
también mi inusual atención a algo que nace en esa dualidad de forma tan
exuberante como arriesgada. Las situaciones contradictorias suelen dar los frutos más ricos.
Lo que quieren oír
Da igual lo que digas, hay personas que sólo escucharán lo
que quieren oír. Aunque también se da el caso de que si no dices lo que quieren
oír, da igual lo que digas.
En ambos casos, te darás cuenta que el silencio, unido a la
selección de personas más meticulosa, es un poderoso filtro de imbéciles.
Perder la
costumbre
¡Qué fácil es perder la costumbre! La costumbre del
sacrificio, del esfuerzo, del estudio, del ejercicio, del trabajo, de lo arduo,
de lo constante ¡que fácil es!
Si no fuera por las promesas, las propias y las ajenas,
sería difícil que mañana me levantara de la cama. Si no fuera por ese
remordimiento, por esa auto-disciplina, por esa exigencia a la persona que eres
o quieres ser, perdería la costumbre de acostumbrarme.
¿Podemos?
Pudisteis
Pudisteis haber sido un cambio y os quedasteis en rutina.
Pudisteis haber sido algo nuevo, pero el olor a comunismo
rancio os delató.
Pudisteis no habernos traicionado, pero os creísteis más
importante que el pueblo.
Pudisteis haber vivido en la realidad pero os quedasteis en
un cuento de hadas.
Pudisteis haber valorado ese apoyo que os dimos a pesar de
nuestra desconfianza, pudisteis pero no lo hicisteis.
Podemos dejar que os vayáis a la deriva mientras apoyáis a
la casta que criticabais.
Podemos negarnos a que nos hundáis en la miseria de un
Estado ONGista.
Podemos evitar que nos mandéis al fondo de la historia
moderna.
Podemos reivindicar la unidad frente a vuestro apoyo a
separarnos y dividirnos.
Podemos vivir sin esa eterna lucha de clases estéril a la
par que odiosa.
Podemos, porque vosotros no pudisteis.
Yo no odio a
Israel
Sé que es tendencia, desde izquierda a derecha y mucho más
en sus extremos, pero yo no odio a Israel. Todavía no he visto esa pretendida
conspiración mundial judía, no digo que no exista pero para mí, Israel parece
que es necesario para echarle las culpas de todo a alguien.
¿La ocupación? No creo que los israelitas vayan a irse
ahora, a dispersarse y desperdigarse por el mundo, a atomizar la tierra donde
sus generaciones actuales han nacido.
¿Los ultra-ortodoxos? Bueno, tontos hay en todos los sitios.
¿Las víctimas? ¿Los árabes son las víctimas? Sí, los árabes
son víctimas de ellos mismos, de los árabes. Los palestinos, como árabes e
“hijos de Alá” y de su sanguinaria forma de ver el mundo, merecen mi pena pero
no mi comprensión.
De hecho, cuantos más árabes conozco, más entiendo a los
judíos. Y cada vez, muy a mi pesar, conozco a más y más árabes… sin necesidad
de viajar.
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