lunes, 30 de noviembre de 2015

La asquerosa similitud humana

No somos tan especiales, somos más comunes que diferentes, en lo esencial. En el mundo moderno los humanos nos llenamos de diferencias, estilos musicales, ropa, ideologías políticas, religiosas, gustos, sexualidades… hacen un tejido, una malla de peculiaridades que parecen hacernos únicos, y aún así amistosos teniendo esas diferencias.


Si nos viéramos despojados de esa superficialidad, en un terreno de supervivencia, en un escenario salvaje, sólo bastarían unos pocos días para que aflorara nuestra naturaleza más primitiva, más animal, nuestro lado depredador o víctima, la subsistencia. Ahí veríamos pocas diferencias, no existen tantos roles, ni la amistad.

Esta reflexión me recuerda a lo que el padre de Art Spiegelman le dice en “Maus” a su hijo: “¿Amigos? Si os encerraran una semana en una sala sin comida entonces sabrías lo que son ¡los amigos!”, y él lo sabía, estuvo en Auschwitz.

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