La autoridad no existe sin firmeza y actitud, de hecho la autoridad es eso. La autoridad es determinación, sin vacilación, sin titubeos, sin resquicio. Existe y persiste en una postura, en un gesto, en una mirada que transmite intransigencia a la debilidad.
La autoridad es el camino inequívoco a la ausencia o escasez de problemas de forma exponencial. El diálogo y el sentido común son la excusa de los irresponsables para prevalecer sobre los más débiles, sobre aquellas personas rectas pero incapaces de defender sus derechos, y de ahí nace la autoridad, como garante brusca que no admite duda.
Maquiavelo lo sintetizó: “De aquí surge una controversia: si es mejor ser amado que temido o viceversa. Se contesta que correspondería ser lo uno y lo otro, pero como resulta difícil combinar ambas cosas, es mucho más seguro ser temido que amado.”