Islam, Mahoma, Alá, musulmanes, ley sharia, Corán… todos estos términos, entre otros similares, vienen a consumar una amenaza real, la decadencia de occidente, el fin de la filosofía europea, de la lucha por la razón frente a la barbarie.
No es un disfraz pesimista, es la realidad que se palpa, que se siente ya en muchos lugares de Europa, en muchos hogares que hoy en día tienen como vecinos a sus declarados, pese al disimulo, enemigos. Como mal pájaro, subvencionamos a quien destruye nuestro nido, décadas de lobotomización ONGista nos hacen sentirnos culpables hasta cuando nos degüellan. Como decía Einstein, la estupidez humana no tiene límites.
Quizás lo veamos, aunque pasen décadas, estamos fraguando en el horno de la insensatez un regreso al fanatismo, a la idea de la mujer como pertenencia, al fin de la cultura que nos dignifica. Lo peor es que sus víctimas siguen justificando la lenta pero inexorable conquista musulmana, esa que no tendrá piedad con ellas cuando pueda detentar poder e influencia.
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