miércoles, 29 de abril de 2015

Fin de etapa

Como si la aritmética tuviera algo de mágico, quimérico, me he propuesto una fecha como fin de etapa. Me lo ha prescrito la razón, me lo exige la cordura, me lo impone la necesidad, debo cambiar de prisma antes de que la oscuridad me devore.

Quizás no debiera haber arrancado todos los brotes de ingenuidad del jardín de mi mente que hoy parece más un campo de batalla. Quizás las alambradas que puse para protegerme han terminado hiriéndome. Quizás, harto de tanta plaga de sueños que se vuelven pesadillas, envenené de manera mortal el substrato y no quedó ni tan sólo una flor a la que admirar su belleza. Quizás el exceso de celo de años de sol y cosechas baldías me ha hecho admirar por un tiempo las tinieblas. Quizás…

Me estoy convirtiendo en piedra y no puedo permitirlo.


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domingo, 19 de abril de 2015

Déjame decirte

Déjame decirte que ya no creo en nada
y que mi revolución sólo lleva tu nombre.
Vi mis ideas desvanecerse
como una torre de naipes.

Todas esas caras, promesas y sueños
eran tan sólidos como agua en el desierto.
Queda la experiencia, queda la lección,
las raíces enraizadas a la sinrazón.

Mi cordura ya no admite más sermones,
la madurez mató al predicador.
Lo diferente también crea clones
y en lo normal quizás este el yo.



Déjame decirte que tú eres mi ideal,
la única ideología a la que soy leal.
Déjame decirte que todo lo demás
me importa nada si tu no estás.

Se me ha helado la bondad,
se congeló en una noche de verano.
Ya no aspiro a nada grande
prefiero lo enormemente pequeño.

Odio la filosofía de sobres de azúcar
y los consejos vitales en los perfiles.
Son signos claro de seres débiles,
son la evidencia del desequilibrio.

Las palabras salen sucias y vacías
forman frases que manchan el silencio.
Ya sólo tengo tiempo, sólo tengo sentidos,
y versos derretidos, para ti.

Déjame decirte que tú eres mi ideal,
la única ideología a la que soy leal.
Déjame decirte que todo lo demás
me importa nada si tu no estás.

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miércoles, 15 de abril de 2015

Un error


He perdido toda la fe en la humanidad. Empíricamente, la especie humana ha demostrado ser un error, una anomalía, un defecto natural en el pasado, en el presente y, con toda seguridad, en el futuro. En su favor, algunos pocos de sus miembros han demostrado una brillantez increíble eclipsada por la gran masa de individuos prescindibles, cuando no indeseables.

La realidad colapsa cualquier esperanza. Sólo queda ayudar a la evolución del resto de seres, vegetales y animales, con el fin de dejar en el mejor punto de partida a la vida y sus posibilidades una vez que nosotros hayamos dejado de existir, de molestar, de interferir.


Plantar un árbol se convierte así en una inversión noble de fututo. Tener un hijo es poco menos que abonar con estiércol un campo de estiércol y defecar de paso.

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viernes, 10 de abril de 2015

El día que se descongeló mi corazón

Un ruido, seco, rítmico, mecánico, eso fue lo que escuché durante horas antes de tener total consciencia y de reunir la fuerza suficiente para levantarme.

Confundido, y rodeado de cables, desperté en una habitación hermética del Hospital Central de Madrid. Empecé a recordar. Fui ingresado por una extraña enfermedad muy contagiosa, tuve sexo en los retretes de un bar con una trabajadora de una ONG en África.

Recuerdo que iban a probar un medicamento muy potente y experimental que me haría entrar en un coma controlado durante algún tiempo. Mientras, sería alimentado artificialmente con máquinas. Eso es todo.

¿Y después? Nadie. Nadie en el hospital, nadie en las calles, nadie en ningún lado… al menos vivo. Todos, todos, estaban muertos. Miré algunos periódicos que encontré, al parecer la plaga había sido devastadora. La enfermedad era mortal y el virus podía vivir 7 días en el cuerpo humano… y eso me salvó. Curiosamente, sólo afectaba a los humanos.

De repente me sentí sólo y realmente triste, más aún cuando me dí cuenta de que ese día era 24 de diciembre. Pero entonces pensé en que sinceramente no tenía un gran aprecio a mi especie y que siempre había cultivado un tipo de misantropía que pasó de ser selectiva a general. Quizás por primera vez podría ser yo sin tapujos, sin guardar las apariencias, sin hipocresías. La sociedad me daba náuseas.

Me sentí aliviado, eufórico, sobretodo cuando encontré a mi gato esperándome en casa, mi fiel amigo, el único que lo merecía.

Era 24 de diciembre. Y así empezó a gustarme la Navidad.



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sábado, 4 de abril de 2015

A la mierda

“¡A la mierda!” dijo el actor cansado de actuar y actuando cansado por tanto tonto.
“¡A la mierda!” gritó con toda la fuerza del que no las tiene para contener el aire.
“¡A la mierda!” escupió como un balazo que de saliva mortal partiera en dos al odiado.
“¡A la mierda!” “¡A la mierda!” “¡A la mierda!” repitió para que quedara claro que donde debía irse: “¡A la mierda!”


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