lunes, 17 de febrero de 2014

O.N.G.

En formación, en hilera predicante, los jóvenes en plena calle exhibían consignas. Sus bocas eran apéndices por donde cagaban todo el discurso de su líder, para ellos el paradigma de la moralidad.



Con la sonrisa falsa de un comercial, repartían folletos y frases lapidarias a los viandantes. Buscaban adeptos voluntarios a la ‘causa’, en parte, para no pensar que eran los únicos imbéciles que trabajaban gratis en un negocio que día a día se iba haciendo más rentable. 

Obra recogida en el libro de relatos cortos "Serenidad".

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