Lupus con piel de cordero, sin rastro,
sin marcas, sin nada que denote fiero,
pero es lo que es como frío el hierro,
un arma cargada esperando fuego.
Si sólo, prudente, no ladra y no muerde
sin saber donde se aprietan los dientes.
Si algún día en manada será diferente,
ahora aguarda, observa y prepara.
Es mejor así, aunque el calor queme
no dejar ver lo que uno es y siente,
son juegos de estrategia y mente
que delimitan a veces la vida y la muerte.
Pero el lobo acumula feroz la rabia,
en su paladar la saborea, la palpa
sabe que llegará el momento de usarla
pero mientras no deja ver que esto pasa.
Porque de perros están llenos los cementerios
de ladridos a destiempo peores que el silencio
que los lobos de la sombra claman el sepelio
de canes sin estirpe, de lobos que son corderos.
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