Un día llegué a ser casi alguien:
palabras escrutadas, gestos medidos,
mi vida era una continua evaluación.
Los Alguien levantan amor y odio,
los Nadie también, pero sin magnitud.
¿Poder, ignominia, defecto, virtud?
Poder, sí, poder,
como una larva que corroe tus huesos
y deprava tu cerebro necrótico.
La relación, la equivalencia matemática:
El peso del poder es proporcional
a la muerte espiritual, por asfixia.
Y nace del dilema, no en todos.
Las ventajas de no ser nadie
siquiera importante, es confortante.
Sin ojos clavados en la nuca,
que nunca se tornan puñaladas,
para entresijos de Don Nadie
no se levantan airadas miradas.
Y no alimentar amistades cadáveres,
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