domingo, 23 de marzo de 2014

Perder las formas

Ramiro había perdido las formas, y con ellas prácticamente a todos sus amigos y a la que suponía su novia. Había ido demasiado lejos…

Aquel día, apareció limpio, impoluto, perfumado, con un traje que le sentaba como un guante, unos zapatos que del lustre deslumbraban. Esa misma mañana había ido a la peluquería y lucía un peinado perfecto, de catálogo, y un afeitado que pareciera que hubiera envuelto su rostro en seda. Y, para colmo, se había echado crema hidratante.

Cuando apareció, a sus amigos punks se les salieron los ojos de las órbitas. Les costó reconocerlo sin su uniforme revolucionario, sin cresta, sin tachuelas, sin imperdibles… Ramiro apestaba a limpio y eso les provocaba arcadas. No lo pudieron soportar, tuvieron que darle una paliza.

Mientras le pateaban no cesaron de llamarle fascista.



Obra recogida en el libro de relatos cortos "Serenidad".

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