domingo, 23 de marzo de 2014

Perder las formas

Ramiro había perdido las formas, y con ellas prácticamente a todos sus amigos y a la que suponía su novia. Había ido demasiado lejos…

Aquel día, apareció limpio, impoluto, perfumado, con un traje que le sentaba como un guante, unos zapatos que del lustre deslumbraban. Esa misma mañana había ido a la peluquería y lucía un peinado perfecto, de catálogo, y un afeitado que pareciera que hubiera envuelto su rostro en seda. Y, para colmo, se había echado crema hidratante.

Cuando apareció, a sus amigos punks se les salieron los ojos de las órbitas. Les costó reconocerlo sin su uniforme revolucionario, sin cresta, sin tachuelas, sin imperdibles… Ramiro apestaba a limpio y eso les provocaba arcadas. No lo pudieron soportar, tuvieron que darle una paliza.

Mientras le pateaban no cesaron de llamarle fascista.



Obra recogida en el libro de relatos cortos "Serenidad".

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domingo, 16 de marzo de 2014

Bendecida

Bendecida, la escultura sagrada se inauguró ante la multitud enardecida, fanatizada, presa de un júbilo infantil, lobotomizada a la idea del mito.

Tras las ovaciones, vítores y emocionados discursos, poco a poco el gentío fue marchando hasta que quedó sola. Y por fin, las palomas pudieron posarse sobre ella y la inauguraron con una gran mierda.



Obra recogida en el libro de relatos cortos "Serenidad".

sábado, 8 de marzo de 2014

Descomposición

Sintió como si algo profundo de sí mismo se fuera para siempre, arrastrado por una corriente, un torbellino furioso de líquido elemento. Se sintió como un Prometeo escatológico con una maldición fisiológica de por vida, que día a día le obligaba a perder parte de sí mismo.




Obra recogida en el libro de relatos cortos "Serenidad".

jueves, 6 de marzo de 2014

Cuidado con lo que sueñas

Había soñado durante muchos años con viajar por Sudamérica, únicamente acompañado por una mochila. Quería conocer la cultura, la comida, costumbres y formas de ver la vida de aquellos descendientes de los indígenas y de sus ancestrales tradiciones. Pasaron los años, pasó la juventud y aquel viaje nunca lo realizó.



Fue paradójico que, tiempo después, los efectos migratorios a gran escala le llevaran pedazos de toda aquella tierra hasta la puerta de su casa, aunque más que pedazos parecía Sudamérica entera, y pudo experimentar, por fin, ese viaje deseado. No le gustó… ni siquiera un poquito.

Obra recogida en el libro de relatos cortos "Serenidad".

sábado, 1 de marzo de 2014

A mí me da la paz




Le regaló un paraíso lleno de espinas,
una alfombra a sus pies de anfetaminas.
Alberto abrazado a Pilar, sin más
dijo desde el suelo “A mi me da la paz”.

Con su sonrisa desdentada, su mirada de niño,
en un rincón del metro encontró el cariño.
Ella en sus brazos como bajada de un crucifijo
piedad toxicómana que la tragedia hizo mito.

Brilla el papel en su boca mientras aspira
los dulces monstruos de sus pesadillas
Dos ángeles caídos en mitad de la Gran Vía
sin aureolas y el sonido de sus alas rotas de melodía.

Con tanto brillo en los ojos
y sin retorno.