jueves, 28 de noviembre de 2013

Voy a quemar todo

Voy a quemar todo lo que ayer adoré
para adorar todo lo que antaño quemé
y con las cenizas haré mi propio monumento,
tan frágil y fuerte como quiera el viento.

El tiempo, salto exponencial hacia el vacío,
lleno de quietud, silencio y frío
palpita en las noches vísperas del estío,
salpica laderas de ruidosos ríos.

Almas envejecidas de niños grandes
pobladas de iras y venganzas arden,
se consumen, escupen andanzas, trivialidades
más allá del sueño de la razón y sus realidades.

Sin más afán de victoria que el respirar
tóxico, como el crudo flota en el mar
mi pensamiento a la deriva sin melodía va,
toca, atraviesa, derriba y se deja llevar.

Ni sé si soy cincel o soy la roca,
si por cerrar los labios mi boca
erra más que hablando se equivoca.
Cuento con los dedos de una mano rota.

Prójimos de nadie, huérfanos de aire,
mis deseos asediados a la vez infatigables
bordean badenes, bloquean arcenes, abren
fisuras en las presas, presas del hambre.

Yo soy ese hombre que elije felicidad
y amarte en tiempos revueltos para la verdad,
que disfruta en paz también su soledad,
que quemó lo que adoraba para no volverlo a adorar.

Poema recogido en el libro 'Del mar de tierra'.

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