miércoles, 20 de noviembre de 2013

Poesías 1998

Tras el telón  

Baten mis alas
sobre la cruz de fuego,
cortan las nubes
de algodón negro.


Luna roja 

Luna roja,
luna de sangre,
hoy estoy triste,
no me hables.

Arrastro miseria
por las calles,
caído de mí,
como en trance,
guiado por una voz.
Se quebró el sueño,
llovió tiempo,
tocó morir.


Morir 

¿Y a quién le importa
que me muera mañana
y que la tierra
me abrace al fin?
Seré abono,
flores, gusanos,
escondite de insectos,
crisálida gris.

Cubrirán mi pecho de besos
que no necesito ya
y mis manos en gesto de rezo
van siendo hielo, hielo.

Y que solo me dejaréis
entre cruces, tierra y extraños,
¡Cuánto ahora me queréis
nunca me hicisteis daño!

Ya se va todo el cortejo
pero alguien queda atrás,
es mi madre de luto negro
con una rosa en la mano
y el corazón lleno de hielo.


Lluvia de los tiempos   

En la lluvia de los tiempos
yo soy la gota
que pierde fuerza
pero hubo tormentas
que aún recuerdas.

Lluvia de pasado
que aplasta el sol presente,
quizás aún prefieras
el agua en tu frente.

Y en mi cabeza
de dolor y laberinto
busco respuesta
y sólo encuentro nombres.

Nada que perder,
nada dulce.
Nada que esperar.
Yo no sé.
No quiero pensar,
para no ver,
para no sufrir.

Y el corazón se me encoge,
me puede la tristeza,
y en la noche no veo estrellas.

El regalo

Otra vez lo hacen,
las paredes como espejos
me enseñan recuerdos
en cada rincón.
Dedos me señalan,
la habitación entera
me habla de ti.

Imágenes me asaltan.
aún no sé porque fue,
cortinas de abejas
punzaban el corazón
a cada caricia.
Mi conciencia debió caer
en un abrazo,
tus dedos quemaron mi piel
palmo a palmo.


¡Hola!  

¡Hola!
¿No ves el infierno en mis ojos,
el deseo del disparo
y la caricia roja
de la pistola en mis labios?

La tormenta me acecha,
intoxicado
como la cola de un cometa.

Esas voces me llaman,
gritan turbulentas su susurro:
¡Mi nombre!

¿Qué puedo hacer?
Soy un cristal
atravesado por rayos de sol.


Aquella vez  

Sí, fue como mirarme a la cara
pude sentir aquella mirada de ojos ásperos,
negros, eternos
y su voz de sosegado eco.

¡¿Y sus manos?!
con su transparente caricia me adormecía
e iba tomando mi cuerpo en un abrazo.

Fue casi bello…

Me dejo la herida abierta
y los labios llenos de sangre de su beso.

Fuego dentro  

Hay fuego dentro de mí
que arde y juega entre cenizas,
mimando, oxidados carboncillos
que un día fueron miel, de sed caricias.

Hay fuego dentro de ti
que forjas relámpagos
de lluvia y cielo.

Crepúsculo ven de sombras lleno,
trae la noche de invierno eterno,
persigue la luz con tu cuchillo,
cubre mis sienes de intenso frío.

Quiero beber tus palabras
de lava ardiente,
volcán que llega a mi boca
como una fuente.

Quiero echar un manto
sobre tu pecho
de lluvia, calor,
de rosa y beso.

Diabluras 

Tranquila mi niña,
tranquila,
que los muertos
en su muerte habitan.

Tranquila mi reina,
tranquila,
que del almendro
sólo se ahorcan flores.

Tranquila mujer,
tranquila,
que en tus brazos
se me va la vida.


Poemas recogido en el libro 'Del mar de tierra'.
Licencia Creative Commons

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