martes, 20 de octubre de 2015

Inmovilidad

Inmovilidad recoge pensamientos que se niegan a estancarse, a quedarse maniatados, a pudrirse y atrofiarse, a quedarse inmóviles. Octavo libreto de ideas móviles.




La inmovilidad del pensamiento

El agua estancada se pudre y huele mal, los pensamientos son como el agua. Si alguien me pregunta porqué cambió de pensamientos con el tiempo, porqué no me mantengo en las ideas que tenía, simplemente le respondo: por madurez.

La putada es que, según el tema, esa madurez fruto de mi experiencia algunos la quieren renombrar a su antojo, convirtiéndome en un facha, en un racista, en un rojo o en lo que le salga de sus soberanas neuronas, estancadas, podridas y que huelen mal por falta de movimiento.


Consignas, ideologías vacías

Escuchemos a la ultra derecha, escuchemos a la ultra izquierda, habremos perdido al menos un 90% del tiempo, porque la mayoría de sus propuestas son consignas, frases para corear en una manifestación, ideologías vacías. Y esto también se podría extender a algunos partidos más moderados pero que siguen jugando a los bandos, izquierda-derecha.

Sólo la transversalidad tiene sentido hoy en día. Los grupos que, aún partiendo de posiciones extremas, se orientan a lo real, son los únicos que podrán desarrollar un auténtico sistema que merezca la pena. Se puede partir de una postura patriota, centrista, liberal, socialista… pero debe tenderse a una vocación transversal.

Así, franquistas, falangistas, comunistas, anarquistas y algunos demócratas de pelaje corrupto, deberían estar fuera del espectro del poder. El tiempo y las experiencias anteriores les invalidan.

Se me olvidaba, si escuchas a los separatistas, aquellos que quieren volver al primitivismo secular en beneficio de sus propios intereses económicos, habrás perdido no sólo el 100% de tu tiempo si no también la cabeza. Su idea en sí es una consigna hueca.


Derecho a pataleta

Una de las diferencias entre una democracia y una dictadura es que en la primera tienes derecho a pataleta. Es decir, puedes quejarte y manifestarte para que te alivies y creas que realmente tu voz sirve para algo. A la postre, se hace lo que le salga de los decretos a los señores mandatarios de igual manera.

Cuanto más progre es el gobierno el derecho a pataleta es mayor y su sensación de placebo también.

Yo llevo unos días con un regustillo amargo con estas cuestiones, no le acabo de coger el punto. Las ecuaciones para resolver las equis de la dictadura de lo políticamente correcto o de la democracia, me dan los mismos resultados: decepción y apatía.


Discriminación positiva a la carta

Tenemos todo tipo de discriminación positiva, a la carta, que implican ventajas y derechos extras. Liberales y progresistas gustan mucho de aplicarlas, los últimos tienen orgasmos con ellas. Por ejemplo, algunas de las más solicitadas son:

-          Mujer, ya sólo por eso hay que dar más puntos, plazas… pero eso sí, luego hay que hablar de “igualdad”, pero discriminando positivamente.
-          Inmigrante ¡Pobrecicos! Prioridad, no seáis “rassisstass”, piso, luz, agua, subvenciones…
-          Refugiados… (apliquese el punto anterior) ¡¡¡rassisstass!!! ¡¡¡rassisstass!!!
-          Practicantes de cualquier religión menos la autóctona, si es violenta mejor, hay que darles subvenciones, locales…
-          Familias numerosas, descuentos, ventajas… si eres soltero o no tienes hijos porque no puedes o quieres ¡te fastidias!

Lo peor que puedes ser es, en el caso de España, español, blanco, soltero, ateo y de clase obrera porque tú eres la vaquita a la que ordeñar para sacar dinerito para pagar todas esas discriminaciones, ¡positivas claro!


¿Feministas? No, gracias

De verdad, ¿hay algo más fanático que una feminista? bueno, vale, una feminista vegana. Pero al margen, estas mujeres tienen la cabeza llenas de falos agresores, malditos machos malísimos, y van equipadas con unas gafas de rayos-x que les permiten detectar al machismo en todos lados. Siempre están alerta. Por que para una feminista el machismo está en todos lados, domina todo y sólo el súper anti-patriarcado conseguirá la liberación y su derrota. Los pelillos del sobaco son un gran síntoma de libertad si se dejan crecer, parte del kit feminirevolucionario.

Otro fanatismo a aguantar… el feminismo es una estupidez supina que además choca frontalmente con la equidad, pero anda ves tú a decírselo a una fanatizada, que en un minuto te ha hecho responsable de todos los padecimientos de las mujeres desde la prehistoria hasta hoy. Ser hombre para ellas es un pecado, es el sinónimo del diablo. La mujer es siempre una pobre víctima.

Pues creo que viendo los roles que proyectan algunas en televisión, deberían preguntarse si algunas mujeres no tienen responsabilidad en el asunto. Es más, deberían reflexionar si la existencia del feminismo no es en sí la reivindicación de una discriminación, en pos de la “igualdad”, una paradoja total.


La asquerosa similitud humana

No somos tan especiales, somos más comunes que diferentes, en lo esencial. En el mundo moderno los humanos nos llenamos de diferencias, estilos musicales, ropa, ideologías políticas, religiosas, gustos, sexualidades… hacen un tejido, una malla de peculiaridades que parecen hacernos únicos, y aún así amistosos teniendo esas diferencias.

Si nos viéramos despojados de esa superficialidad, en un terreno de supervivencia, en un escenario salvaje, sólo bastarían unos pocos días para que aflorara nuestra naturaleza más primitiva, más animal, nuestro lado depredador o víctima, la subsistencia. Ahí veríamos pocas diferencias, no existen tantos roles, ni la amistad.

Esta reflexión me recuerda a lo que el padre de Art Spiegelman le dice en “Maus” a su hijo: “¿Amigos? Si os encerraran una semana en una sala sin comida entonces sabrías lo que son ¡los amigos!”, y él lo sabía, estuvo en Auschwitz.


La razón de la mayoría

Resulta que esa mayoría a la que todos tildamos de estúpida cuando nos encontramos en un extremo, es posible que esté de vuelta de esos extremos o no le haya hecho falta siquiera ir, lo que querría decir que ha sido más resuelta que nosotros.

Las locuras de adolescencia o juventud, y en muchos casos hasta entrada la madurez, nos llevan a algunas personas a todo tipo de extremismos, estéticos, religiosos, políticos… y un día, cuando realmente te das cuenta que todo ese camino recorrido te lleva a unirte a las filas de la masa, piensas si el tonto no eras tú de tan listo que te creías.

Pues bien, la denostada mayoría te puede dar sopas con ondas en cuestión de razón, muchos de ellos tienen un master en zen, filosofía y comprensión. Ya lo sé, a ti te pueden parecer tontos, pero es que quizás lo que vemos en ellos es el reflejo de nuestra pedante “inteligencia”.


Las flores entre la basura

A veces encuentras a alguien en un sitio del que piensas que no le corresponde, ya puede ser una secta, una ONG (para el caso lo mismo) o un partido político extremo (idem).

Ese alguien con un análisis tan brutal y certero, que demuestra una inteligencia y una agilidad que no te parece propia del entorno que le rodea. Es una flor entre la basura, y como algo inusual, suelo prestarle también mi inusual atención a algo que nace en esa dualidad de forma tan exuberante como arriesgada. Las situaciones contradictorias  suelen dar los frutos más ricos.


Lo que quieren oír

Da igual lo que digas, hay personas que sólo escucharán lo que quieren oír. Aunque también se da el caso de que si no dices lo que quieren oír, da igual lo que digas.

En ambos casos, te darás cuenta que el silencio, unido a la selección de personas más meticulosa, es un poderoso filtro de imbéciles.


Perder la costumbre

¡Qué fácil es perder la costumbre! La costumbre del sacrificio, del esfuerzo, del estudio, del ejercicio, del trabajo, de lo arduo, de lo constante ¡que fácil es!

Si no fuera por las promesas, las propias y las ajenas, sería difícil que mañana me levantara de la cama. Si no fuera por ese remordimiento, por esa auto-disciplina, por esa exigencia a la persona que eres o quieres ser, perdería la costumbre de acostumbrarme.


¿Podemos? Pudisteis

Pudisteis haber sido un cambio y os quedasteis en rutina.
Pudisteis haber sido algo nuevo, pero el olor a comunismo rancio os delató.
Pudisteis no habernos traicionado, pero os creísteis más importante que el pueblo.
Pudisteis haber vivido en la realidad pero os quedasteis en un cuento de hadas.
Pudisteis haber valorado ese apoyo que os dimos a pesar de nuestra desconfianza, pudisteis pero no lo hicisteis.

Podemos dejar que os vayáis a la deriva mientras apoyáis a la casta que criticabais.
Podemos negarnos a que nos hundáis en la miseria de un Estado ONGista.
Podemos evitar que nos mandéis al fondo de la historia moderna.
Podemos reivindicar la unidad frente a vuestro apoyo a separarnos y dividirnos.
Podemos vivir sin esa eterna lucha de clases estéril a la par que odiosa.
Podemos, porque vosotros no pudisteis.

Yo no odio a Israel

Sé que es tendencia, desde izquierda a derecha y mucho más en sus extremos, pero yo no odio a Israel. Todavía no he visto esa pretendida conspiración mundial judía, no digo que no exista pero para mí, Israel parece que es necesario para echarle las culpas de todo a alguien.

¿La ocupación? No creo que los israelitas vayan a irse ahora, a dispersarse y desperdigarse por el mundo, a atomizar la tierra donde sus generaciones actuales han nacido.

¿Los ultra-ortodoxos? Bueno, tontos hay en todos los sitios.

¿Las víctimas? ¿Los árabes son las víctimas? Sí, los árabes son víctimas de ellos mismos, de los árabes. Los palestinos, como árabes e “hijos de Alá” y de su sanguinaria forma de ver el mundo, merecen mi pena pero no mi comprensión.

De hecho, cuantos más árabes conozco, más entiendo a los judíos. Y cada vez, muy a mi pesar, conozco a más y más árabes… sin necesidad de viajar.


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sábado, 3 de octubre de 2015

Alquimia o el monstruo

Me he convertido en el “monstruo” que tanto repudié y combatí para darme cuenta de que toda la belleza que perseguía realmente se hallaba en la “monstruosidad”, como el diamante en bruto rodeado de dura roca. La aspereza me hace sentirme más y más libre, más y más real cuanto más lejos del envoltorio que me rodeaba.

¿Qué extraña alquimia es esta que precisaba de mi combustión, de mi nada para devolverme todo, intacto, agreste pero maravillosamente lúcido? ¿Cómo podré tolerar ahora a todos esos caramelos pútridos que me rodeaban con llamativos envoltorios?

Soy el monstruo, semilla del desapego, de ambigüedad moral, soy el monstruo que acepta la asquerosa y maravillosa dualidad. Alquimia…



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jueves, 1 de octubre de 2015

Prólogos y estudios

Odio los prólogos que parecen libros y que reducen a estos a una desubstanciada materia deshuesada y chupada anteriormente.

Detesto aún más a los autores que toman juez y parte del pensamiento de un ancestral escritor como si lo conocieran mejor que la madre que los parió, y por supuesto, que ellos mismos. Me aburren soberanamente, tanta entrega y esfuerzo para intentar que otro dijera lo que uno quiere, con lo sencillo que hubiera sido escribirlo por sí mismo.



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