martes, 6 de enero de 2015

Deslizándose

Desde hace algún tiempo me doy cuenta que la juventud
se marchó, que no volverá y que yo no soy yo ni tú eres tú.
En nuestras cabezas, esas ideas eternas no lo eran tanto
y tonto sería decir lo contrario, veía paraísos en los antros.

La nieve se vuelve eterna en mi rostro, con surcos angostos.
Y ya no espero el verano, ni sus noches locas de agosto.
El tiempo entre mis dedos se desliza como arena.
No sé por qué siento nostalgia, deseo y pena.

Demasiado joven para dejar de empujar por todo,
demasiado viejo para creer que vale de algo.
Al final todo es solamente ilusión de vivir,
y vivir por esa ilusión da el sentido de hacerlo.

Se deslizan uno a uno los días del calendario.
Se derraman una a una las horas del reloj.
Se disipan los años difuminados en mi memoria,
y aún creo que lo mejor está por llegar.




Sigo emocionándome con una buena canción,
apreciando con pereza la belleza natural.
Ando aún en mil asuntos y proyectos y locuras
pero algo dice dentro que todo tiende a ser lento.

Ya no queda nada ni nadie de los que fuimos
ahora los parques quedaron para sus niños.
Recuerdos, sólo recuerdos amontonados
algunos malos, algunos buenos.

En estas horas bajas en que contemplo
medito filosofías de alta gama o rastrillo.
Demasiado joven para dejarme arrastrar,
demasiado viejo para empezar a cambiar.

Se deslizan uno a uno los días del calendario.
Se derraman una a una las horas del reloj.
Se disipan los años difuminados en mi memoria,

y aún creo que lo mejor está por llegar.


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