Los resquicios de Esparta se revuelven,
la vieja Europa se tambalea sin cariátides
que la sujete, sin república ni sabios
que la gobiernen, es tierra seca en humedal.
La huella que la pisa es sucia, inferior.
En su sangre, en su aliento, en su saliva…
trae su plaga, a su imagen y semejanza,
sin control, devastadora, avanza y mata.
Ébola, dulce nombre de pandemia,
nos regala una dura muerte merecida.
Ébola en Barcelona, ébola en Lavapiés,
castigo que ya no diferencia piel.
Puertas abiertas a todos y a todo,
a todos y a todo, nadie sin su ébola.
Ninguna enfermedad debe ser ilegal.
Todos por un ébola multicultural.
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