La ley natural preserva la evolución y mejora de una especie.
El contrato social puede, aún así, ser un acuerdo de mínimos, un pacto de no agresión, de respeto.
Desgraciadamente el contrato social ha servido como coartada para mutilar la ley natural y sustituirla por la ley de la usura y la degradación a la que hace servicio la política actual.
Así, los débiles de espíritu son protegidos mientras emponzoñan el mundo.
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