jueves, 10 de abril de 2014

Los pensamientos de Ernest

"Los pensamientos de Ernest" es la tercera publicación de Iber Strasser. En ella retrata los pensamientos de su amigo Ernest, una persona de mediana edad, que al igual que él, está decepcionada de su especie, desencantada de los ideales y quimeras, deslumbrada por la amarga y sincera madurez.





Misantropía

Cuando Rosseau afirmó que “El hombre es bueno por naturaleza”, parece ser que, en modo alguno observo a la naturaleza y al hombre (y a la mujer) como parte de la misma.

Peor aún si consideramos las diferencias para con el resto de las especies. La conciencia y la racionalidad nos confieren la intencionalidad y se convierten en claros agravantes. La frase de Rosseau es una falacia sin posibilidad de sustentarse a poco que seamos conocedores de nuestra existencia.

La naturaleza es terriblemente bella, bella y terrible. Cualquier documental nos enseña la belleza del depredador y su presa, su terrible relación.

Tampoco hace falta irse tan lejos. Cualquier jardín es un campo de batalla que podemos observar con paciencia y una lupa.


Ley natural

La ley natural preserva la evolución y mejora de una especie.

El contrato social puede, aún así, ser un acuerdo de mínimos, un pacto de no agresión, de respeto.

Desgraciadamente el contrato social ha servido como coartada para mutilar la ley natural y sustituirla por la ley de la usura y la degradación a la que hace servicio la política actual.

Así, los débiles de espíritu son protegidos mientras emponzoñan el mundo.


Vanidad humana

Es inevitable que cíclicamente la tierra se defienda, como cualquier organismo vivo, contra los virus que la atacan.

Cuando esto ocurre, de la forma más bellamente salvaje, de nada sirve el ego, el estatus, la vanidad.

Todo lo iguala la destrucción, más, maravillosa. Todo lo allana y pone en su sitio.


Felino

Mirar fijamente a los ojos de un felino durante un tiempo puede equivaler al estudio filosófico denodado de años.

El peor felino es mejor que el mejor humano.


El concepto

El concepto del bien y el mal depende en gran medida de la necesidad del ser humano para justificar sus actos. Cualquier atrocidad puede gozar de ambos epítetos.


Ciudad

Si eres capaz de pasear por una gran ciudad, observando, y no sientes nauseas honestas puedes asegurar que eres una persona enferma.

Las ciudades están llenas de ellas, pasarás desapercibida.


Justicia

La justicia divina no existe porque está vacante el puesto de magistrado que la imparta. Sólo existe la justicia natural y esta no hace ninguna distinción.


La historia

La historia es un ejercicio de falsedad, el mismo hecho permite diferentes mentiras a gusto del manipulador y su interés.


Mitos

La mente humana es frágil y moldeable. Un mensaje aceptado por la mayoría se convierte en incuestionable. Nos quedamos con el enunciado sin intención de profundizar y repetimos como verdades inamovibles, como mantras, las consignas establecidas.

De esta manera, mitos como la idealizada democracia, el humanitario Nelson Mandela o Gandhi, la benefactora Teresa de Calcuta, la bondad de las ONGs... son percibidos como agradables perfumes aunque conlleven una pestilencia difícil de aceptar sin un previo acondicionamiento, un envoltorio de regalo, un lazo de hipocresía y un encubrimiento pactado para soterrar cualquier cuestionamiento.


Anarquismo

La mayoría de los anarquistas de hoy serían fusilados con placer por los creadores de su doctrina y por los que murieron en un campo de batalla por defenderla.

Nadie como los “anarquistas” actuales han hecho tanto por destruir su ideal y por vincularlo a la miseria intelectual, la podredumbre y la garantía insolidaria.

Son el fruto de priorizar la verborrea simplona y demagógica a la razón. Los primigenios anarquistas eran trabajadores honestos que aspiraron a una malograda revolución social. Gran parte de los actuales “anarquistas” parecen escapados de un circo y apestan, por dentro y por fuera.

El anarquismo murió cuando el punk sustituyó a Proudhon.


Solidaridad, inmigración, la zanahoria y el palo

Los menospreciamos. Nos creíamos más listos que ellos. La verdadera inteligencia es la que utiliza el punto fuerte del enemigo en su propia contra. Eso es lo que el capitalismo ha hecho contra el pueblo, su arma mortal ha sido la “solidaridad”.

Las fuerzas proletarias de izquierda y libertarias, siempre se han vanagloriado de practicar la solidaridad y luchar contra los prejuicios. Por mucho tiempo el capitalismo luchó frontalmente hasta que vio el punto débil: jugar a ese juego. Durante años se ha dedicado a ahogar territorios con trabajadores foráneos a los que, claramente, los nativos no pudieron oponerse al ser fieles a su doctrina de “solidaridad” y “antixenofobia”.

Los recién llegados, por su parte, barrieron sin escrúpulos todos los derechos conseguidos durante siglos de lucha por la clase trabajadora a la que sustituían. Las pocas prestaciones y ayudas, por “discriminación positiva”, también fueron a parar a los nuevos consiguiendo unas cuotas de derechos en parte por encima de los naturales, como compensación del propio capitalismo.

Con una jugada magistral, el capitalismo se ha ahorrado huelgas eficientes, pues siempre tiene disponible su importado ejército de esquiroles, también una parte importante de costosos derechos y retribuciones, pagas, vacaciones… En los pocos casos de rebelión obrera nativa, basta con sacarse el as de la manga acusando a los disidentes de racistas, xenófobos e insolidarios para que reciban todo el rechazo de la sociedad, trabajadora incluida.

Dediquemos un aplauso enorme a los capitalistas por saber jugar como nadie. Dediquemos un aplauso brutal a los esquiroles venidos de fuera por su insolidaridad abrasiva. Y, sobre todo, dediquemos un aplauso, en toda la cara, a los trabajadores de este país porque su “solidaridad” y “principios” han servido como el mejor abono, como el excremento de mayor calidad, que ha hecho brotar y crecer el fruto de la miseria que hoy tienen para comer.


¿Libertad de expresión?

En un mundo de polos opuestos, antagónicos, la libertad de expresión es imposible. Si se ejercita por un bando su rival correrá a impedirlo y viceversa.

Si cualquier autoridad impide la manifestación de alguno de estos puntos de vista, no dudarán en calificar el acto como represión o falta de libertad de expresión y llamarán a la “resistencia”.

Parece que sólo ellos se otorgan el derecho a la censura sobre el contrario, es decir, la libertad de expresión para ahogar la libertad de expresión de otros.


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martes, 1 de abril de 2014

Libre

Aquel día, sin saber por qué, se detuvo ante el espejo. Observó detenidamente sus primeras arrugas, como surcos secos trazados artesanamente por el tiempo. Penetró en su misma mirada reflejada. Ya no era la de ayer. Distaba mucho de aquella preñada de ingenuidad, confianza, fe en un destino colectivo. Ahora, vacía de ideología, con algunos prejuicios adquiridos y un floreciente desencanto, sin embargo, se le devolvía por primera vez… libre.




Obra recogida en el libro de relatos cortos "Serenidad".